domingo, 26 de agosto de 2012

Diario de una relación precipitada

¿No has sentido nunca dudas, miedo, agobio?

Eso es lo en mayor en menor medida es lo que siento en la relación en la que estoy escasas tres semanas.
Y no es que no le aprecie, pero es que vamos muy rápido. Lo tópicos dicen que acabará mal. Pero hoy por hoy no lo creo.

He de cambiar, y no ponerme triste al no estar con él. Sino acordarme de lo que hemos pasado esos tres días en su casa. Porque, ¿para qué me voy a poner triste si estoy con él y sé que no ha acabado? Cuando nos volvamos a ver, volveremos a reír, a besarnos, a fumar, a beber, y a frungir, por qué no. Las imagenes deberían hacerme fuerte y feliz, y no el deseo descontrolado de abrazarle el que me haga caer en el sofoco. Y si lloro, que sea de alegría.


Ese último gesto, el de tirar el filtro y que saliera mal, su sonrisa y su último beso son lo que me quedará para darme apoyo hasta el día dos de septiembre.

Nadie dijo que una relación fuera fácil, y aún así, yo lo sigo creyéndolo.



¿Que no va a salir bien? Por mis ovarios que yo contigo paso la Nochevieja en Londres.

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