¿No has sentido nunca dudas, miedo, agobio?
Eso es lo en mayor en menor medida es lo que siento en la relación en la que estoy escasas tres semanas.
Y no es que no le aprecie, pero es que vamos muy rápido. Lo tópicos dicen que acabará mal. Pero hoy por hoy no lo creo.
He de cambiar, y no ponerme triste al no estar con él. Sino acordarme de lo que hemos pasado esos tres días en su casa. Porque, ¿para qué me voy a poner triste si estoy con él y sé que no ha acabado? Cuando nos volvamos a ver, volveremos a reír, a besarnos, a fumar, a beber, y a frungir, por qué no. Las imagenes deberían hacerme fuerte y feliz, y no el deseo descontrolado de abrazarle el que me haga caer en el sofoco. Y si lloro, que sea de alegría.
Ese último gesto, el de tirar el filtro y que saliera mal, su sonrisa y su último beso son lo que me quedará para darme apoyo hasta el día dos de septiembre.
Nadie dijo que una relación fuera fácil, y aún así, yo lo sigo creyéndolo.
¿Que no va a salir bien? Por mis ovarios que yo contigo paso la Nochevieja en Londres.
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