lunes, 27 de agosto de 2012

Desayuno de decepción.

Te levantas abrumada porque ya es tarde. Lees una noticia y decides que es hora de desayunar. Vas a la cocina con toda la inocencia de la que eres capaz. Alimentas a tu mascota y te dispones a alimentarte tú. Leche caliente aún en verano... dos y media de azúcar... y cuando alzas la mirada, y te das cuenta de que no hay galletas de las tuyas sino integrales con soja lo único que te pasa por la mente son tres cosas: "estas son una mierda",  "joder, con las que compró Javi me conformaba" y "¿qué desayuno yo ahora?".

Total, que coges el vaso de leche, vas a la mesa del comedor, con la mirada perdida y con el estómago rugiendo por algo que desintegrar y para aportar nutrientes a tu organismo. Pero no haces nada más que beber hasta que acabas el vaso.


Y es que un desayuno sin galletas, no es un desayuno. Perdón, un desayuno sin galletas MARÍA. O en su defecto, normales. Pero no amigos, INTEGRALES no.

No hay comentarios:

Publicar un comentario