sábado, 3 de noviembre de 2012

La mayor experiencia que cambiaría tu vida


No pretendo hacerun doctorado. Ni quiero  un artículo para ningún periódico. Ni tampoco quiero aburrir.
Voy a tratar el tema del aborto. Pero no voy a defender a capa y espada mi opinión.
Yo estoy a favor. 100% a favor. Hasta el fin de mis días.
Solo diré las razones que me han llevado a defenderla. Bajo mi experiencia de mujer. Bajo mi experiencia en el sexo.

Una mujer, una vez ha perdido la virginidad, sufre una gran tensión, cada mes, por si le viene o no le viene el periodo. Por muchas precauciones que tome. Cuando no le viene cuando le tiene que venir, se pone histérica. Y cuando le viene, aún por mucho dolor que tenga, está feliz porque es una buena señal de que todo anda bien.
Una mujer, que toma las pastillas anticonceptivas, tiene que estar, día, tras día, tras día, tras día, tomandolas y estar pendiente de si se las tomas, todos y cada uno de los días. A ser posible siempre a la misma hora. Palabras del ginecólogo y la enfermera que me atendieron.
Una mujer, que se le rompe el preservativo, y no toma las pastillas le entra un ataque de nervios, y si es domingo, tiene que ir a una farmacia de guardia, que puede estar a dos pueblos más lejos del tuyo, para tomar precauciones. Si le pasa el mes siguiente, ya decide empezar a tomar las pastillas para no tener más sustos.

Cuando una mujer se queda embarazada, en ese 0'01% de posibilidades y no puede hacerse cargo de un hijo, ha de decidir. Nadie puede decidir por ella. Ha tomado precauciones, pero aún así, ha pasado. No puede hacerse cargo.
Abortar no es fácil. Un hijo para una madre es lo mejor que le puede pasar. Está dentro de ti nueve meses, le alimentas. Si fumas, te sacrificas. Si bebes, te sacrificas. Para que no salga mal. Tienes sumo cuidado de no caerte ni le pase nada para que salga lo más sano posible.
En un futuro sería tu hijo. Le amarás. Te querrá. Discutiréis. Pero es vínculo entre madre e hijo estará siempre.
Por eso, es tan difícil decir no vivir esa experiencia. Decidir que no lo vas a tener. Prefieres negarte a que nazca, antes que separarte de él y entregarlo a un centro de acogida. Porque si lo tienes lo tiene para ti. ¿Os suena egoista? A mi no, porque he estado compartiendo nueve meses de mi vida con mi hijo, y ese es fuerzo merece la pena que solo lo comparta yo y no otra persona. Será siempre mi hijo.

Ya repito, nunca he pasado por esto, y espero no pasarlo nunca.


No quisiera decidir la mayor experiencia que cambiaría mi vida.

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