sábado, 28 de julio de 2012

Sexo a domicilio.

Una situación tensa, muy tensa. Ninguno de los dos ha hecho esto antes. 

Se ven. Se saludan con dos besos. Llegan al lugar que... Sería testigo de una de las noches más indescriptibles que ella pasará.

Sueño, abrazos, besos, caricias, deseo, intentos... Y risas. Muchas risas. Y miradas. Muchas miradas. Y oscuridad, mucha oscuridad, hasta que el amanecer coincidió con la confianza. 

-Dos horas...
-¿Me quedo un poco más?
-¿Me quedo otro poco más?
+No quiero que te vayas. / -Yo tampoco quiero irme. / -¿Y si me quedo? / +No... Tienes que irte.
+Pues... ¡no ha estado tan mal!

Él en un inicio se iba en el primer tren, el de las 7. Acabó yéndose al de las 9. (Sin que ninguno de los dos quisiera).

Es hora de partir, seguir cada uno con su vida, y descansar. Ha pasado una larga noche. Ella le acompaña al tren. Él nunca ha estado ahí. Va a llegar el tren... y se despiden, con tímido beso. Quién diría que minutos antes estaban abrazándose desnudos sin ningún tipo de pudor. ¿Cómo es posible que se sienta ella más cómoda sin ropa que con ella? ¿Por qué siente que de puertas para afuera él es un desconocido, y de puertas para dentro él la estudiaba sin ninguna vergüenza? Me llama la atención dice. 


El repertorio de frases que escoge nuestra joven podrían ser...

-Quisiera tener a una Ana en mi cuarto todos los días cuando volviera de clase. Todos, todos, todos los días.
-Estás como una cabra.

Y éste breve diálogo:

-Quiero volver a verte, pero no asi. +¿Entonces nos volveremos a ver?
-Sí.
+Antes no decías eso.

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